Boletín Nº 165

Los principales turistas europeos, los alemanes, pero también ingleses, franceses y de otras nacionalidades apuestan por España, mientras destinos competitivos como Grecia y Turquía pierden fuelle. Lo mismo ocurre con Túnez y Egipto que, un año después de la “primavera árabe”, siguen sin levantar cabeza. Llaman la atención las búsquedas de vuelos desde Alemania a España que han aumentado, un 136% entre 2012 y 2011 y están por encima de otros países elegidos por los alemanes, como Reino Unido, Italia y Estados Unidos.

Según se ha constatado en Berlín, Grecia que habitualmente estaba entre los cuatro primeros destinos favoritos de los alemanes cae entre sus preferencias, al parecer más por razones políticas que meramente turísticas, a las que hay que añadir su difícil situación financiera y una cierta inestabilidad social. La presión del Gobierno alemán sobre los polémicos rescates de Grecia ha llevado a los griegos a desatar una especie de “germano fobia”, que ha llegado a Alemania en imágenes de quema de banderas alemanas y de pancartas, en manifestaciones multitudinarias, en contra la actitud de la canciller Merkel en la crisis griega. Todo ello ha suscitado en los germanos un rechazo a viajar hacia este país del Mediterráneo, que se ha traducido en una pérdida importante de en torno al 20% de ventas por parte de los operadores turísticos alemanes.

El caso de Turquía es diferente. El país sigue siendo el segúndo en preferencia para los alemanes, después de España, pero los turoperadores germanos han detectado un especial interés de los turcos hacia Rusia lo que ha provocado un cambio de estrategia ya que no pueden competir en precios con los viajeros rusos y de su entorno. De ahí, que aunque Turquía se mantiene fuerte en Alemania, los operadores reducen sus reservas y con ello limitan las posibilidades de enviar turistas germanos.

Respecto a los países árabes, solo Túnez parece repuntar ligeramente gracias a precios muy bajos, pero aún así le cuesta conseguir nuevos turistas, lo que demuestra que el turista europeo antepone la seguridad del destino al coste de las vacaciones, algo que también beneficia a España.

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